¿Conoces a Bizet? ¿No? Yo tampoco.
Quizá, hace más de 100 años, los ciudadanos de París, entre sus múltiples paseos rutinarios y quedadas para tomar el café, no hubieran sabido responder a la pregunta anterior, o quizá sus respuestas hubieran sido semejantes a la mostrada anteriormente. ¿Quién era Bizet? ¿Por qué uno de los compositores más aclamados del S.XXI, precursor de las óperas más representadas y aplaudidas de la historia vivió, sin embargo, no solo entre perpetua ignorancia sino también con la eterna carga de innumerables críticas negativas tras él? ¿Hemos cambiado los ciudadanos de ahora? ¿Hemos dejado de reunirnos en Cafés para escribir, en su lugar, en blogs sobre música clásica y ópera un nombre que actualmente todos conocemos? Aunque, si aún anda algún despistado de la música clásica, ¿a quién no le suena la carismática y «españolizada» ópera Carmen?
Todo es debido a que, probablemente, Bizet no estuvo en el lugar adecuado en el momento oportuno. Su lugar se iría construyendo lentamente, tras su muerte, hasta formar todo un imaginario musical donde no es de extrañar que su nombre sea, hoy en día, uno de los más sonados incluso para aquellos que no escuchan música clásica u ópera con asiduidad. También cabe decir que su momento parece, así mismo, ser este, el de nuestros tiempos, el tiempo del olvido para el resto de compositores que sí gozaron de cierta fama en su época y que ahora han desaparecido, al contrario que lo que le ha ocurrido a Bizet.
Como muchos otros, murió sin conocer su fama. Bizet, talentoso pianista, podría haber explotado su don ante el instrumento de cuerda si así hubiera querido. No obstante, sus representaciones quedaban en la estricta intimidad. Bizet siempre prefirió destacar como compositor y ese deseo, en su época, quedó inacabado. Quizá adormecido, pues lo logró… pero muchos años después de su muerte.
Tras haber compuesto Carmen, el aluvión de críticas no se hizo esperar, no solo por parte del auditorio, sino también por parte de los propios músicos, los cuales obligaban a cambiar las partichelas de sus instrumentos debido a que, algunos pasajes, se tornaban casi «imposibles» para poder ser efectuados con normalidad: armonías inverosímiles, notas extenuantes incluso para las tesituras vocales más descomunales… Sin embargo, dicha ópera es, a día de hoy, una de las más importantes, siendo la segunda ópera más representada en la historia: Ranking 50 óperas más representadas según Operabase
Carmen narra la historia de una joven gitana de Sevilla cuya soltura, picardía y aires burlones hacen que sea, junto a su belleza física, la gitana más deseada por los hombres de toda la zona. Su encanto, honorífico rompecorazones, logra ganarse el de José, un militar que se siente no solo atraído por ella, sino locamente engatusado por el poder que ejerce esta gitana sobre él (como si de una maldición de tomillo se tratara), hasta el punto de querer su cuerpo, su vida y su aliento solo para él, para su ser.
Esta imagen idílica de José se enturbia cuando en su camino se cruza el torero Escarmillo, el mejor diestro de Granada, cuya valentía y hombría logran atraer, por primera vez, el corazón de Carmen, ganándose su amor con apenas un esfuerzo que José, sin embargo, ha tenido que realizar constantemente para ganarse solo su engaño y desprecio.
Por ello, en un arrebato de celos, José decide apuñalar a Carmen y matarla, al igual que se encontraba en ese momento Escarmillo haciendo con un toro, como si ambos hubieran matado a aquel ser que tanto amaban, como si la muerte del otro hubiera supuesto el triunfo de uno mismo.
Esta ópera posee una composición para orquesta donde se intenta emular la tradición musical española al destacar compases de 4 por 4 con figuras de tresillos de semicorchea y percusión de castañuelas, vientos metales y ritmos rápidos que invitan a bailar a modo de zapateado sobre el primer tablao que aparezca. Dicho ritmo puede apreciarse, con gran tenacidad, en la overtura de esta ópera, signo mundial de composición operística:
Overtura – Carmen de Bizet